El fundador de Telegram, Pavel Durov, fue detenido en París el 24 de agosto en el marco de una investigación sobre el viejo asunto de la moderación de los contenidos que circulan por la plataforma y la respuesta adecuada para retirar contenidos a petición de las autoridades. De hecho, la aplicación de mensajería instantánea es conocida por albergar un mundo clandestino poblado por un amplio abanico de actividades ilícitas, que van desde el blanqueo de dinero hasta el terrorismo y la desinformación, pasando por la compraventa de armas y drogas (o herramientas para estafas online) o el intercambio de contenidos de p*rnografía infantil.
La razón por la que Telegram se ha convertido en uno de los canales de comunicación más populares para este tipo de operaciones ilegales es porque la app se considera de las más privadas y seguras a la hora de comunicarse, pero ¿es realmente así?
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Telegram y el cifrado
En las preguntas frecuentes de la web oficial, Telegram se describe a sí misma como la “más segura de las aplicaciones de mensajería masiva como WhatsApp y Line” y menciona el protocolo propietario llamado MTProto; desarrollado por Nikolai, hermano del fundador y mente técnica detrás de la aplicación de mensajería, funciona desde el servidor hasta el usuario y explota una serie de algoritmos que el servicio asegura que están bien probados para ser rápidos y fiables.
De hecho, Telegram opta por no ofrecer cifrado de extremo a extremo por defecto para los chats estándar, así como para los grupos y canales. Por tanto, todos los datos se guardan en los servidores de la empresa, donde son accesibles. En pocas palabras: todo lo que transita por los servidores de Telegram deja un rastro sin cifrar que puede ser potencialmente extrapolado gracias a que la empresa conserva las claves de descifrado.
Por el contrario, la citada WhatsApp ofrece cifrado de extremo a extremo (E2E) por defecto, lo que limita el acceso a los datos a remitente y destinatario y excluye del acceso a la propia compañía. Y lo mismo hace Signal, considerada una de las apps de mensajería más preocupadas por proteger los datos de sus usuarios. Esta solución es la más popular porque es eficaz, por ejemplo, ante ciberataques como el “MITM” (man in the middle -hombre en el medio-), en el que se intenta interceptar información precisamente en medio de la comunicación entre dos usuarios. Con el cifrado de extremo a extremo, hay dos claves, una privada y otra pública para cada extremo de la comunicación, por lo que emisor y receptor y sus respectivos dispositivos serán los únicos que posean la clave privada. Para obtener los datos, la forma más sencilla es al mismo tiempo la más compleja porque requiere el acceso físico a uno de los dos dispositivos, lo que puede ocurrir en caso de robo, violación por un programa espía o confiscación por parte de las autoridades (que además deben desbloquear el dispositivo conociendo la contraseña o el desbloqueo biométrico).
Cómo usar chats secretos en Telegram
Para los usuarios a los que Telegram se refiere en broma como paranoicos, existe, sin embargo, la posibilidad de proteger las conversaciones más sensibles mediante cifrado de extremo a extremo, utilizando los llamados chats secretos. Solamente a esta categoría de chats aplica Telegram el estándar de protección de las comunicaciones. Para activarlos:
- Pulsa el ícono del perfil del usuario,
- Toca/pulsa en las opciones (tres puntos verticales en la esquina superior derecha),
- Inicia el chat secreto (ícono del candado)
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Cuestión de percepción
Antes de la llegada del cifrado de extremo a extremo a WhatsApp en 2016, la app del grupo Meta ofrecía de hecho más susceptibilidad a las escuchas en las comunicaciones, a diferencia de Telegram que, desde el principio, ofrecía este nivel de protección en los chats secretos. Desde ese año, la situación entre ambas plataformas se ha reequilibrado, aunque la percepción del gran público sigue siendo que Telegram es la opción más privada. Para todos aquellos que busquen un mayor grado de seguridad, sin embargo, las alternativas son otras, como Signal y Threema.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia, adaptado por Amira Saim.
